Lima, 13 de diciembre de 2023-DOS ARTICULOS DE ANTERO FLORES-ARAOZ
CONFRONTACIÓN DE AUTORIDADES AFECTA A TODOS
Por Antero Flores-Araoz
Cuando premunidos de falsa solemnidad, diría que hasta con afiatada soberbia, se analiza y comenta la situación que vive nuestra patria en estos tiempos difíciles, debido a las luchas y enfrentamientos entre altas autoridades del Estado e incluso las mismas instituciones públicas que representan, solo se dirigen a un público reducido, puesto que para el resto de compatriotas las expresiones de los comentaristas son temas teóricos, diríamos que académicos, incluso “leguleyos” o “abogadiles”, pero que poco o nada tienen que ver con la realidad que afronta la mayor parte de la población, incluyendo penurias, desabastecimiento, intranquilidad ciudadana, desempleo, efectos de la recesión y hasta estrés colectivo.
En los últimos meses hemos sido testigos de las confrontaciones aludidas en el párrafo anterior, pudiendo relatar entre otras la pretensión de la JNJ de entrometerse en temas administrativos del Ministerio Público, lo que es atribución de la Contraloría General de la República.
También se pudo observar la interposición de acción competencial del Ministerio Público contra la JNJ, como respuesta a lo antes señalado. En el Congreso se ha censurado al Ministro del Interior, bajo el errado concepto de que no ha hecho lo adecuado para vencer la ola de criminalidad y asaltos que afectan a los ciudadanos, como si ello no fuera resultado de años de abandono a la PNP, así como ser sus miembros pasibles de denuncias y procesos penales por cumplir con su deber constitucional de resguardar y recuperar el orden y tranquilidad pública.
Tanto en el Congreso como en la JNJ se investiga a la Fiscal de la Nación sin las garantías del debido proceso, y esta última autoridad interpone acusación constitucional ante el Parlamento contra la presidenta de la República, algunos ministros y otras personas que lo fueron.
Las prisiones preventivas más parecen adelantos de sentencias condenatorias por su larga vigencia, a lo que se suma el allanamiento, descerraje, violencia e incautaciones, en oficinas y domicilios personales de altas autoridades, inclusive con actuaciones de personal de menor nivel jerárquico contra quienes son sus jefes.
Podríamos seguir y seguir en este relato, pero solo agregaremos el jolgorio que todo ello causa a cierta prensa irresponsable, que hace lectoría o sintonía con el escándalo y con los abusos, cuando no las malas noticias.
Todo lo que hemos señalado nos afecta a todos, no solo a un grupito de personas más versadas y de formación universitaria. Insisto nos afecta a todos, no son los comentarios puras disquisiciones exquisitas, son realidades que quitan la confianza a los inversores, sean foráneos o nativos que, al no tener confianza en el país al ver estos absurdos enfrentamientos, simplemente dejan de considerar al Perú como país receptor de inversiones, con lo cual habrá menos puestos de trabajo, la recesión crecerá y las oportunidades decrecerán. Los más afectados, como siempre, las personas menos tocadas por la fortuna.
Por ello, desde la sociedad civil, que nos agrupa a todos, los con mayores recursos como los sin recursos, tenemos que exigir a las autoridades el cese de esta guerra sin cuartel que nos lleva a una especie de suicidio económico y social colectivo. ¡Mesura por el amor de Dios!
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Lima, 13 de diciembre de 2023
ACUSAR
Por Antero Flores-Araoz
En todos los años, el mes de diciembre se ha caracterizado por los buenos deseos que se formulan las personas para tener buenas festividades navideñas, así como para augurar que el año venidero llegue con prosperidad y felicidad o, por lo menos, sea mejor que el que termina.
Sin embargo, el verbo “felicitar” que es el que debía preceder a nuestros mejores deseos, ha sido superado por el verbo “acusar”. Ni se lo imaginen, el autor de esta columna no está loco, o por lo menos todavía, simplemente es atestiguar que en estos tiempos demenciales en que vivimos, el verbo “acusar” alcanzó decibeles insospechables, repeticiones constantes y es el que lleva la batuta en nuestra vida cotidiana.
No hay día en que no leamos en la prensa escrita o escuchemos en la radial, o lo veamos en televisión y redes sociales, este cargamontón de todos contra todos, en que los ataques y acusaciones provienen desde la vanguardia hasta la retaguardia y desde todos los flancos imaginables. Todos se acusan, pero lo más negativo, también las autoridades entre ellas y las instituciones a las que representan.
El verbo acusar es conjugado en todas sus formas, tiempos y personas. Es frecuente el te acusé, pero con más fuerza llega el te acuso, y si se perdió la oportunidad para ello, siempre queda el te acusaré, pues el tono amenazante siempre genera expectativas y atención.
Cuando no se usa el “acusar”, pues se utiliza denunciar, procesar, suspender, expulsar, despedir y vacar, entre otros de connotación negativa, cuando nuestro país lo que requiere para superar los difíciles tiempos en que nos encontramos, es que las personas se acuerden de verbos como concertar, coordinar, concordar, dialogar y muchos otros que signifiquen el deseo de que a través de la conversación alturada y positiva, las partes en conflicto lleguen a entenderse haciéndose recíprocas concesiones para llegar a un centro por lo menos satisfactorio, así no fuese perfecto ni tampoco ideal.
Lo que no debemos hacer, es seguir con esta narrativa de acusaciones recíprocas, sembrando un clima de inestabilidad que a los únicos que favorece es a los antisistema, pues como dicen “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Cuando hay clima de confrontación, de peleas, de insultos y acusaciones, quienes ganan son los revoltosos que a través del caos logran seguidores para hacer del Perú un país en llamas, por supuesto en expresión coloquial no necesariamente precisa.
Lo relatado en párrafo anterior ya se ha practicado en otras latitudes y el resultado ha sido perverso, han perdido los patriotas y ello, simplemente por no poner orden, por quedarse paralizados, por no hacer nada. Unos serán responsables por acción, pero los ciudadanos de bien no podemos ser avasallados simplemente por omisión, por no hacer nada, por no reaccionar.
Es deber ciudadano participar en los asuntos públicos y exigir a quienes están en conflicto, pongan fin a sus escaramuzas, acusaciones y señalamientos, para entrar en un entendimiento, que sin abdicar del cumplimiento de la ley, nos lleve a recobrar la cordura, la sensatez y la tranquilidad, tan necesarias para ordenar a nuestro país y superar la crisis política, social y económica que nos agobia.